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reuniendo muchos datos y comparándolos con la asistencia de la Geognosia ethnografia podrá llegarse á formar un juicio exacto ó fundado acerca del orijen de los pueblos de la Oceania.

ESTADO DE LAS ISLAS FILIPINAS

EN 1842.

ESTADO DE LOS FIREPINOS A LA BREGADA DE LOS ESPAÑOLES.

CUANDO

UANDO los españoles llegaron á Filipinas encontraron varios pueblos que hablaban distintas lenguas. Unos se llaman tágalos, otros pangasinanes, pampamgos, cagayanes &c.; pero estos pueblos ò naciones no tenian un rey ò gobierno, sino que cada uno estaba dividido en muchas tríbus ò rancherías independientes entre sí, con un jefe propio que poseia el mando algunas veces por derecho de nacimiento y las mas por el ascendiente que habia adquirido con sus riquezas, virtudes ó hazañas. A estas tribus llamaban barangais; y como este es el nombre de una barca usada en las islas bisayas del Archipiélago filipino, se

que dichos indíjenas eran emigrantes procedentes de Borneo, y que todos los que llegaban en un barangai tomaban posesion de un terreno á su gusto y formaban una ranchería aparte. En esto debe haber algo de positivo, pues sabemos que existia la casta de mestizos de Borneense con negra aeta, los cuales se designaban con el nombre de Daihagang. Cuando la provincia Comintana ó de Ba

tangas se sometió á las armas españolas, mandaba en San Paloc ó S. Pablo, el viejo Gat-Paguil, que equivale á decir Don Paguil. El régulo Gat-Pulintang reinaba en los sitios de Bulaquin hasta el Masalocot, y desde el rio Labasin hasta Paugsayaan que hoy es de Batangas: siempre estaba en guerra con sus vecinos y era famoso por sus proezas. Desde Macopa hasta Galanum gobernaba el régulo Gat-Suugayan, gran cazador de venados y jabalies. Desde el sitio de Lomot y Palapaquin Bitin Olila hasta Cocol, que hoy es de Santo Tomás, reinaba Gat-Salacab. Estos cuatro jefes eran de raza Dayhagang y pelearon contra los españoles.

La etimolojía no obstante de la palabra barangai no basta para probar que todos los habitantes de casta malaya existentes en las islas fueron oriundos de Borneo, pues en medio de las tribus que en el dia se encuentran independientes, llamadas de igorrotes, no se conoce tal nombre de Barangai, y sin embargo son de la misma especie que los naturales cristianizados, y se hallan ahora en un estado político y relijioso muy parecido si no igual al de los dichos naturales de aquel tiempo. Viviendo asi estas jentes tan divididas, era natural que se orijinasen contínuamente pequeñas luchas civiles y no saliesen del estado de barbarie y de debilidad. Las dos poblaciones de Manila y Tondo estaban en guerra al arribo de Legaspi, el cual con la cruz estableció entre ellos la paz.

Los barangais se componian de poca jente; algunos no contaban 100 personas. El jefe se llamaba Manguinoo ó Dato. Los individuos se distinguian con el nombre de Mahaldicas, Aliping namamahay y Aliping saguiguilir. Los primeros eran libres, los segundos pecheros, los terceros esclavos. Los pecheros tenian sus mujeres, casas, haciendas y bienes propios, pero debian contribuir á sus amos

fuesen Datos ó mahaldicas con una parte del rédito de sus tierras en oro ó en especie. Estos no podian venderlos ni sacarlos de su terreno aun cuando ellos se trasladasen á otro sitio, pero si conservaban el derecho de exijirles el tributo como á pecheros suyos. Los esclavos eran tales en el rigor de la palabra, ya fuesen comprados, ya adquiridos en la guerra ó empeñados por deudas nunca satisfechas; pero á los nacidos en casa muy raramente los vendian. Si los esclavos despues de llenar las obligaciones impuestas por su amo ganaban alguna cosa con su trabajo, era esto propiedad suya, asi como cualquiera alhaja que recibiese en premio de su fidelidad y afan en el servicio. Con cierta cantidad de oro á discrecion del amo (que solia ser de cinco taeles) se hacia pechero y dando doble cantidad quedaba enteramente libre é igual á los Mahaldicas, aunque se llamaba timaua, es decir, liberto. En este caso se efectuaba una ceremonia que consistia principalmente en dividir entre el amo y el esclavo todos los muebles de su uso con tanta escrupulosidad, que si no habia mas que una manta la partian para tomar la mitad cada uno, y si sobraba un plato le rompian y se repartian los trozos. Si el esclavo solo lo era por una deuda, y de esta clase habia infinitos, bastaba pagarla al plazo fijado para quedar libre aunque tenia que satisfacer ademas el alimento suyo y el de sus hijos. Despues de pasado el plazo quedaba hecho esclavo igual á todos los demas, y no podia libertarse aun pagando su rescate como su amo no quisiera. Tambien lograba á veces rescatarse poniendo á otro en su lugar ò haciéndose algun bienhechor rico cargo de la deuda. Habia magnates que tenian hasta 300 esclavos y como era la especie de hacienda que mas se estimaba despues del oro, no perdian ocasion para aumentar su número, ya moviendo guerras á sus vecinos, ya tiranizando á sus propios pecheros ó tima

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