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pero no pudiendo vencerlos, acudieron á la cabecera implorando el ausilio de los españoles. Acababa de llegar á la provincia Don Manuel de Arza con título de capitan general de las tres provincias de Cagayan, Ilocos, y Pangasinan, que estaban alzadas, y juntando muchos in÷ dios fieles y algunos españoles deshizo el cuerpo de los alzados, ahorcó los cabezas de motin, y quedó sosegada la provincia. No siendo mas necesaria su presencia en Cagayan pasó á Ilocos, donde la sedicion habia echado mas profundas raices (1). «Habia enviado el alzado dos champanes cargados de efectos de la provincia á Manila con un regalo para los ingleses y una carta en que reconocia por legítimo soberano al rey de la Gran Bretaña, y ofrecia entregarles la provincia. El gobierno inglés despachó para Ilocos un paquebot, en que enviaba regalo para Silang, y el título de alcalde mayor, el cual publicó luego con harto sentimiento de los indios que lo habian ensalza

(1) En cuanto a la provincia de Cagayan, tambien procuró amotinarla el dicho Don Diego de Silan enviando állá dos comisarios suyos, los cuales se dieron tanta maña en hacer su maldito oficio, que lograron muy breve amotinar el pueblo de Tubigarao, con todos los del Sur, y aun hubiera cundido mas el cancro, si no hubiera llegado tan pronto el remedio. Este fue Don Manuel Ignacio de Arza y Urrutia; alavés de nacion, el cual fue despachado en Bacolor por el Sr. gobernador Anda, y alavés tambien natural de Zubijana de Alava; con título de teniente general vistador de las tres provincias. Partióse á la posta y llegó en quince dias allá; apoderóse lo primero de la fuerza llamada San Francisco y de todas las armas que pudo hallar, con el ayuda y diligencias esquisitas de los RR. PP. Dominicos que existen en aquella provincia Cagayana, trató con los principales que se mantenian aun leales, el traer de

do para que los librase de los ingleses, y se veian sujetos à ellos bajo las órdenes del déspota Diego Silang, que les cobraba tributo, y les hacia mas vejaciones que padecian antes, pero ya no estaban en estado de hablar, los que tenian estos sentimientos. Como alcalde mayor de los ingleses, y en nombre de ellos mandó á unos soldados que tenia de los foragidos de otras provincias que se habian refugiado á Ilocos, para que pusiesen presos á los padres, y para que no hubiese resistencia de parte de los pueblos, les prometia que los ingleses enviarian otros Sacerdotes de Manila, que les administrasen los sacramentos. No hicieron resistencia alguna los párrocos, que todos eran agustinos, y con la mayor brevedad se juntaron todos con su obispo en el convento de Bantay, que solo dista de Bigan un paseo, esperando la última resolucion del tirano. El obispo declaró escomulgado á Si

los montes mil calingas, que es una nacion de bárbaros muy carnicera y que comen carne humana y beben sangre; otros mil naturales; veinte españoles y doscientos indios pampamgos: cogió dos Champanes de los alzados, llenos de viveres y armas, y puesto ya todo á punto de guerra, comenzó á hablar en tono, y mandó decretos conminatorios por toda la provincia, que viniesen luego á darle la obediencia ó recibir ordenes á la Cabecera, que es la nueva Segovia; pero no haciendo caso de esto los alzados, se echó de repente sobre ellós, y los derrotó completamete; la chusma se huyó luego á lós escondijos de los sierras, y los principales cabezas de niotin se refugiaron á las iglesias, de donde los sacó Arza, y mandó ahorcar á unos y desterró á otros lejos de la provincia. Y con esto quedó la tierra en paz y obediente como antes. (Hisforia manuscrita del sitio de Manila por el P. Jesus de Sta. Maria.)

lang, y él hizo como que sentia la escomunion, y dió licencia á algunos religiosos para que se volviesen á sus pueblos, pero ellos no quisieron salir porque sabiendo que tenia dispuesto el matarlos á todos, y estaba esperando á los infieles de los montes para que ejecutasen sus malos designios, porque los indios no querian poner sus manos en los sacerdotes, querian tener el consuelo de morir todos juntos. Se dispusieron todos para morir sin mas esperanza de la vida, que los preparativos de los indios principales que se estaban disponiendo para venir á su socorro; pero tardaban tanto, que un mestizo español llamado Vicos se presentó al obispo, y le dijo: Señor, esto va con la pachorra indial, écheme su Illma. la bendicion, que voy á matar al tirano. Salió del convento acompañado del capitan Buecbuec con un trabuco mal acondicionado, llegó á casa de Silang y le encajó el tiro en un costado, de que cayó muerto de repente. Con esta accion se acobardó tanto su partido, que aquella tarde se repicaron las campanas y se cantaron las vísperas de la Sma. Trinidad con grande gusto de todos y con repetidos: ¡viva el rey de España! El obispo queria nombrar por justicia mayor á Vicos, pero este le aconsejó que nombrase al capitan Buecbuec. que tenia mucho séquito y podia contener á los que intentasen alguna novedad. Los padres se volvieron á sus pueblos, y apaciguaron con sus persuasiones y la llegada de Don Manuel Arza, á los que quedaban algo descontentos (1). Las provincias de

(1) El dicho Arza salió de alli y se fue para Vigan, en donde con la eficaz ayuda de los PP. agustinos y de los leales que ya eran muchos, hizo lo mismo que allá en Cagallan; ahorcó á mas de ciento, y entre ellos á Doña Gabriela que era la

ta. Se enfurecieron los indios con este hecho, y juntándose en bastante número, maltrataron la familia del alcalde, mataron un cuñado suyo, un entenado y un aleman, y á él lo pusieron en la picota, donde despues de liaberle dado crucles azotes, lo mataron á lanzadas. Los agresores se presentaron al Sr. Anda, pidiendo indulto de este delito, y viendo que era tiempo de conceder, no les hizo nada (1). Las provincias de Bulacan y Pampanga no solo estuvieron fieles, sino que fueron el único recurso de los españoles, aunque no faltaron malvados que hicieron sus estorsiones; robaron las haciendas, y mataron, al lego dominico que habia en Pandi. Todos estos eran delitos de particulares, y no de la nacion, y asi se debe decir que todas estas provincias que son las mas cercanas de Manila, estuvieron pacíficas y no se sublevaron contra los españoles.>> Hasta aqui el P. J. Martinez. He aqui lo que dice el P. Jesus de Sta. Maria en su narracion de

*) (1) En el pueblo de San Pablo de los montes, se alzaron los indios y los chinos, y mataron á su P. ministro llamado Fr. Francisco Fierro, y lo mismo hicieron los de Tanavan con el suyo llamado Fr. Andres Enriquez ambos agustinos Tambien mataron á su propio cura los del pueblo del Rosario en la misma provincia. Lo mismo hicieron con otros varios frailes de otras religiones, á escepcion de la compañia, por que ésta hacia dos caras, pues por un lado eran del ingles, y no se metió con ellos: por otro lado eran del Sr. Anda aunque este se recelaba mucho de ellos. Toda esta provincia de Batangas y la Laguna estaba llena de pícaros alzados, é hicieron en ella grandes daños. En el pueblo de Tabayas, nos mataron los alzados macazares al P. Fr. Manuel Arias. El ingles fue marchando en tropa formada hasta San Pablo, buscando víveres protegiendo á pícaros salteadores, y prendian frailes

estos sucesos. «En la provincia de Panai se descubrió que el alcalde Quintinilla estaba corrupto por el inglés, á quien tenia dispuesto entregar la provincia, pero advirtiéndolo con tiempo los frailes agustinos Fr. Tadeo de la consolacion prior de Capiz, y Fr. Francisco de Valenzuela prior de Panai, llamaron á otros compañeros y juntaron armas, y estando todo dispuesto, prendieron una noche con mucho silencio al dicho alcalde, y lo aseguraron en un calabozo de la fuerza de Capiz, y quitándole el baston, se lo entregaron al maestro Barte cura de Aclan, para que mantuviese la voz de España: dieron parte de lo egecutado al Sr. gobernador Anda, quien lo aprobó y dió muchas gracias por ello en nombre del rey nuestro amo y señor. He visto la carta. En la provincia y ciudad de Zebu hubo tambien alboroto de los alzados; pero con unos pocos que ahorcó el alcalde Labayan se pudo sosegar presto, ayudando siempre los

agustinos hasta que el Sr. Anda envió desde Bacolor á Don Pedro Gastambide, noble vizcaino, cuyas proezas heróicas por mar y tierra egecutadas en estas Islas Filipinas, serian digno asunto de una gran historia. Este pues fue con su tropa á Batangas, y con facultades de teniente de Gobernador general, y alcalde mayor de aquella dilatada provincia, y fue tal su valor, fama y conducta prudente, que con unos pocos que ahorcó, puso en paz tranquila á todos los indios revoltosos, despidió la tropa, y se quedó alli de alcalde hasta que dos años despues, fue allá con mano armada un español llamado Cabanillas, y con orden de la real audiencia hizo el castigo y venganza merecida, en aquellas dichas provincias. (Historia manuscrita del sitio de Manila por el P. Jesus de Sta. Maria.)

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